Colección: HANABI

HANABI 花火　Flor de fuego

Sin oscuridad no hay luz. Dualidad.

Mientras más oscuro está el entorno, más intensa será la luz.

Quien conozca la parte oscura de su ser, podrá brillar con más intensidad.

¡Es tiempo de brillar!

Un poquito de historia

Los fuegos artificiales son una tradición de verano en Japón. La palabra hanabi se traduce literalmente como flor de fuego. Actualmente, se relaciona con festival y comida callejera, la gente viste yukata, un tipo de kimono ligero y casual, para disfrutar del colorido espectáculo que se realiza en diversas ciudades.

En particular, destaca mundialmente la festividad Sumidagawa hanabi taikai como una de las más grandes de ese país, que se lleva a cabo al calor de la noche del último sábado de julio en las orillas del río Sumida, cerca del famoso templo de Asakusa, en Tokio.

 La primera vez que se lanzaron los fuegos artificiales, fue en 1733 durante los festejos del dios del agua, para evocar a las víctimas de la gran hambruna de Kyoho, que causó innumerables muertes por inanición debido a plagas que acabaron con las cosechas. Oraron también por la erradicación de enfermedades graves, ya que se había extendido una epidemia de cólera que causó un gran impacto. Este ritual tenía varios objetivos, celebrar el luto por los muertos, así como festejar la vida y entretener a las personas afectadas.

Cuando se lanzan los fuegos artificiales, la gente grita Tamaya, Kagiya, nombres de los dos talleres de fabricantes de juegos pirotécnicos más importantes, que desde 1800 competían para ofrecer los más bellos diseños en el cielo.

 En 1810 se estableció como una tradición, pero cesó por completo durante la última guerra mundial y, a partir de 1978, se efectúa anualmente. En 2011, se pospuso debido al terremoto y tsunami de Tohoku y, debido a la pandemia de la COVID-19, desde 2020, no se ha podido organizar. Se espera reanudar este acontecimiento en abril de 2023.

Simbolismos de Hanabi

Representa la belleza efímera.

Honra las almas de los ancestros.

Ahuyenta a los espíritus malignos.

Ilumina los momentos de oscuridad.

Transforma la pólvora de un elemento bélico a una estética pacífica.